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Buenas Prácticas Agropecuarias: 10 puntos para hacer un buen trabajo

Oficializado el fondo de incentivo a las Buenas Prácticas Agropecuarias por el  gobierno de Córdoba, se espera un mayor vuelco de los productores hacia modos de trabajo responsables en su relación con los procesos de producción y el medio ambiente. Con un monto de 70 millones de pesos destinado a tal fin, es de interés general adentrarse en el tema.

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¿Qué son las Buenas Prácticas?

Refiere a un modo de planificación, producción y circulación de prácticas y productos del sector agropecuario que cuidan todos los elementos, procesos y personas involucradas en dichas tareas. Las empresas de la agroindustria contemplan esto dentro del sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HAPPCC) que incluye las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA) y las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM).

Las Buenas Prácticas están pensadas para:

  • Prevenir riesgos en los bienes, servicios y capitales de los productores, empleados e inversores agropecuarios.
  • Cuidar el medio ambiente y promover prácticas sustentables en recursos durante todo el proceso agroindustrial.
  • Trabajar en términos de inocuidad, higiene y salubridad durante y posterior a la producción.
  • Velar por la salud y la seguridad de las personas que trabajan y consumen los bienes y servicios del agro.
  • Conocer el buen uso y mantenimiento de equipamientos y tecnología.
  • Expandir las posibilidades de desarrollo económico agroindustrial.
  • Crear normativas que promuevan y resguarden las buenas prácticas

Decálogo de las Buenas Prácticas Agrícolas

#1 – Relevamiento
Conocer los riesgos, límites y posibilidades de cada unidad de producción es el punto de partida para cualquier productor. Se deben evaluar los recursos reales con los que se cuenta y el estado en que están. Esto aplica a los recursos de materia prima, a equipamientos, capitales, trabajadores y empleados. Se recomienda implementar un sistema de registro de sencilla consulta.
#2 – Planificación
Lo evaluado en el relevamiento servirá para hacer la definición de objetivos, es decir, las proyecciones ideales y los horizontes reales de producción. Aquí es donde se traza el Nivel de daño económico (NDE) y Nivel de acción (NDA). Debe conocerse asimismo la situación económica y normativa local, nacional e internacional sobre la que se operará. La planificación acompaña todo el proceso de producción y se registra la trazabilidad, procesos y resultados de lo hecho para redefinición de campañas.
#3 – Trabajadores
Se deben evaluar los riesgos laborales, aseo, cuidado personal y equipamiento del trabajo cotidiano. Para la prevención de accidentes, los trabajadores agropecuarios deben estar capacitados en sus tareas y recibir asesoramiento de prácticas actualizadas. Corresponde contar con entrenamiento en caso de accidentes y primeros auxilios.
#4 – Ganadería
Es esencial la revisión de calidad de la alimentación de los animales, correcto mantenimiento de instalaciones habitacionales, espacios de circulación, transporte y equipamiento de manipulación. El cumplimiento con vacunaciones y controles médicos con servicios de laboratorio profesionales son indispensables. Es importante tener un método de identificación y rastreabilidad de los animales.
#5 – Agricultura
Importa estudiar la calidad del agua, medios de irrigación y drenaje para la inocuidad de los alimentos. También el examen del tipo suelo y sustratos según cultivos. Se debe interiorizar al máximo en todos los procesos e instancias del cultivo, incluyendo semillas, material de propagación y su rotación junto con los fertilizantes naturales y químicos relacionados.
# 6 – Maquinaria
Igual trato merece la maquinaria agrícola activa como en depósito. La limpieza, mantenimiento y revisión deberá hacerse sobre toda la estructura y cada parte de los mecanismos. Es vital contar con repuestos, herramientas auxiliares y manuales de uso.
#7 – Instalaciones e insumos
Se debe hacer revisión del estado general de materiales y estructuras. Todas las instalaciones deberán contar con señalización visible e iluminación. Los centros de almacenamiento deben ser accesibles, fácilmente localizables, contar con botiquines y herramientas de servicios. Hay que asegurar también el estado fitosanitario para el procesamiento y empaque de productos.
#8 – Medio ambiente
Se procura velar por prácticas amigables y sustentables con el medio ambiente. Esto se relaciona con en el manejo de residuos y privilegiar el uso deenergías alternativas para conservación del entorno y de los recursos.
#9 – Tecnología
Se insta a la inversión y aplicación de desarrollos técnicos en prácticas, materiales, biología y medios digitales que sean acordes al lugar de aplicación para conservación del ambiente, respeto por los animales y salubridad humana.
#10 – Legislación y mercado
Conocer las leyes existentes es la base para un trabajo conjunto hacia las Buenas Prácticas agroindustriales. Se recomienda ahondar en bibliografía especializada y mantenerse actualizado en los avances de tecnología, prácticas y normativas de cada sector.

Con riego, Argentina puede sumar 2 mill/ha productivas

Para 2030, la Argentina tiene potencial para sumar dos millones de hectáreas productivas más y, así superar las seis millones de hectáreas agrícolas. La afirmación la hizo un especialista en tecnologías de riego del Inta Manfredi, Córdoba.

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Argentina tiene potencial para sumar dos millones de hectáreas productivas más y, así superar las seis millones de hectáreas agrícolas. La afirmación la hizo el especialista en tecnologías de riego del Inta Manfredi, Córdoba, Aquiles Salinas, quien aseguró que el país está “en condiciones de triplicar la superficie irrigada, lo que le permitirá enfrentar la demanda de alimentos y el cambio climático”.

“Debemos ser competitivos y el riego suplementario es una buena herramienta para alcanzar los valores máximos de rendimientos de los cultivos”, indicó Salinas y subrayó: “La Argentina tiene un rol protagónico en la producción de alimentos del futuro y tenemos que aprovecharlo”.

En 1960, el mundo disponía de 0,45 hectáreas agrícolas para alimentar a cada uno de los 2.500 millones de habitantes. Hoy, la superficie se redujo a la mitad y sólo contamos con 0,24 hectáreas por persona para más de 7 mil millones de habitantes.

En este contexto, el riego eficiente tiene un rol estratégico y será uno de los temas que se profundizará en la Reunión Internacional de Riego, que organiza el Inta Manfredi –Córdoba–, el 26 y 27 de octubre.

Actualidad

Salinas explicó a Inta Informa que “alcanzar esta meta demandará una fuerte inversión en tecnologías de riego con numerosos beneficios asociados: un uso más eficiente del agua, la ampliación del área productiva y el incremento de la productividad”.

Sin embargo, para alcanzar el potencial estimado habrá que tener en cuenta aspectos relacionados con la capacitación, la transferencia de la información disponible, el respaldo crediticio y el ordenamiento territorial, entre otros.

“El 80 {e8f3bb45a70063238e17cff97263ba2027280d03102e4f69de9eefdf0f1e389a} del riego en el país es gravitacional”, señaló Salinas quien explicó que se trata de una tecnología histórica implementada hace más de 5.000 años en el Antiguo Egipto y que, aún en la actualidad, es la más difundida entre los productores.

Entre las razones, Salinas señaló que se debe a que el agua utilizada proviene de inversiones realizadas por el Estado, por lo que no requiere una gran erogación para los productores y el canon de riego no tiene impacto económico, en relación con los beneficios percibidos.

Aun así, para el especialista del Inta, “esta tecnología requiere una significativa mejora en la eficiencia de la aplicación, en especial en zonas Cordilleranas”. Y, en este sentido, el especialista instó a los productores a “aplicar tecnologías para mejorar la eficiencia en el uso del agua para, con ello, incrementar en más de 700 mil hectáreas la superficie con la misma cantidad de agua”.

En cuanto al riego presurizado en cultivos extensivos –que ocupa el 22 {e8f3bb45a70063238e17cff97263ba2027280d03102e4f69de9eefdf0f1e389a} de la superficie– para regiones como la de Córdoba faltan créditos para su implementación y una mayor infraestructura energética.

Actualmente, en el país se riega sólo el 5 {e8f3bb45a70063238e17cff97263ba2027280d03102e4f69de9eefdf0f1e389a} del área cultivada –2,1 millones de hectáreas– a partir de aguas superficiales y subterráneas. A pesar de su baja eficiencia relativa, esa superficie genera alrededor de un 13 {e8f3bb45a70063238e17cff97263ba2027280d03102e4f69de9eefdf0f1e389a} del valor de la producción agrícola nacional.

Salinas: “La Argentina tiene un rol protagónico en la producción de alimentos del futuro y tenemos que aprovecharlo”.

El rol de los suelos agrícolas frente al cambio climático

 El cambio climático provoca modificaciones en los patrones regionales de temperatura, precipitaciones y frecuencia de eventos extremos (sequías, inundaciones). Estos cambios pueden afectar los procesos de regulación de los gases de efecto invernado(GEI) de los suelos impactando en la productividad y calidad de los mismos.
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Introducción

El suelo es un componente activo en la regulación de las emisiones y captura de los gases de efecto invernado (GEI). El incremento en la concentración atmosférica de esos gases está directamente relacionado al calentamiento global y el cambio climático asociado al mismo.

El cambio climático provoca modificaciones en los patrones regionales de temperatura, precipitaciones y frecuencia de eventos extremos (sequías, inundaciones). Estos cambios pueden afectar los procesos de regulación de GEI de los suelos impactando en la productividad y calidad de los mismos.

Los objetivos de este trabajo son: a) describir brevemente el cambio climático y sus factores causales, enfatizando el rol de los suelos en producción agrícola, ganadera y forestal de la Argentina, b) analizar los mecanismos involucrados en la emisión de gases de efecto invernadero desde los suelos, c) enumerar los posibles impactos del cambio climático en los suelos y finalmente d) proponer algunas estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.

El cambio climático y sus causas

Las modificaciones en los patrones regionales de temperatura, precipitaciones y frecuencia de eventos extremos (sequías, inundaciones, olas de calor, heladas) se deben a los cambios en el balance de energía del sistema climático.

El calentamiento global se produce por efecto del incremento de la concentración de GEI en la atmósfera, los que retienen el calor emitido desde la superficie del planeta.

Los principales gases involucrados son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Si bien el CO2 está en primer lugar en cuanto a volumen de emisiones, los otros gases tienen un potencial mayor de retener calor.

En efecto, el potencial de calentamiento global del CH4 y del N2O es 21 y 310 veces mayor que el del CO2 (IPCC, 2013). La agricultura y la forestación contribuyen con un 25% a las emisiones globales de GEI. (Fig. 1).

Argentina se encuentra dentro de los países con menores emisiones totales de GEI, estimándose una contribución menor al 1% de las emisiones globales (World Resources Institute, 2012). La agricultura argentina contribuye con sólo el 0,22% (FAOSTAT, 2015; IPCC, 2014) de las emisiones globales de GEI.

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Emisión de GEI desde los suelos

Los suelos representan aproximadamente 2/3 partes del carbono (C) de los ecosistemas terrestres. En el suelo, el C puede ser estabilizado: i) físicamente, al ser protegido de la descomposición a través de la formación de agregados estables; ii) químicamente, al asociarse con partículas minerales (Hassink, 1996) y iii) bioquímicamente, a través de la formación de compuestos poco susceptibles a la degradación microbiana (Six et al., 2002b).

Dependiendo de las tasas de formación y descomposición del C orgánico del suelo (COS), el suelo puede actuar como fuente o como destino del CO2 atmosférico (Six et al., 2002a). En los ecosistemas naturales, las tasas de formación y descomposición del COS se mantienen en un equilibrio dinámico.

Estas tasas están controladas principalmente por el régimen térmico y pluviométrico que pueden modificar los aportes de residuos vegetales al suelo y las condiciones de descomposición en cada tipo de suelo. En los agroecosistemas, en cambio, las prácticas de manejo pueden alterar los ingresos y egresos de residuos vegetales modificando la capacidad potencial de captura de CO2.

Las labranzas, al provocar la ruptura de los agregados, aceleran el ciclo natural de agregación y favorecen la descomposición del C al dejarlo expuesto a la acción microbiana, lo que incrementa la emisión de CO2. El uso de especies con bajo aporte de residuos y rápida descomposición conducen a la pérdida de COS y la consecuente emisión neta de CO2.

En efecto, se ha encontrado que una elevada frecuencia del cultivo de soja en las secuencias de cultivos conduce a una pérdida en el almacenaje de COS en agregados de suelo (Novelli et al., 2011) (Figura 2).

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Las prácticas de manejo también afectan a las emisiones de otros GEI como N2O y CH4. Incrementos en las concentración en el suelo de N-NO3 por la fertilización nitrogenada se han asociado con pérdidas de N2O debido a procesos de desnitrificación cuando existen períodos de anaerobiosis en el suelo (Alvarez et al., 2012).

La mayor fuente de emisión de GEI en el sector agrícola es el N2O asociado al uso de fertilizantes nitrogenados (Fundación Bariloche, 2000), la fijación biológica de N y la mineralización de N del suelo.

La baja contribución de la agricultura argentina a las emisiones globales de GEI (World Resource Institute, 2012) estaría asociada a que el uso de fertilizantes nitrogenados representó sólo entre el 14 y 45% del N extraído por los granos en las últimas dos décadas (García y González Sanjuan, 2013).

Las emisiones de CH4 son atribuidas principalmente a la fermentación digestiva en rumiantes o la descomposición anaeróbica del COS en suelos inundados de arroceras. Se estima que la Argentina realiza un escaso aporte a las emisiones globales de metano desde el suelo, ya que los suelos inundados para la producción de arroz promediaron unas 230.000 ha entre las campañas 2009-2012, lo que representa un 0,14% de la superficie global del cultivo (FAOSTAT, 2015).

Numerosos ecosistemas naturales están transformándose en agroecosistemas por el avance de las fronteras agrícolas y el desplazamiento de la actividad ganadera (Paruelo et al., 2006; Baldi y Paruelo, 2008; Viglizzo et al., 2011; Wingeyer et al., 2015). Asimismo, gran proporción de los sistemas ganaderos se han intensificado, incluyendo rotaciones con cultivos anuales y pasturas para ensilar.

A ello se suma la necesidad de producir biocombustibles de segunda generación a partir de residuos de cosecha, como herramienta de mitigación del cambio climático.

En todos estos casos, la transición involucra una modificación importante en los flujos de materia y energía del suelo, llevando a reducciones en el almacenaje de C en el suelo (e.g. Viglizzo et al., 2011; Novelli et al., 2011, 2013) y de otros elementos relacionados con la funcionalidad y productividad de los suelos.

La producción animal en confinamiento o semi-confinamiento genera una enorme concentración de heces y orina sobre el suelo. Asimismo, la creciente agroindustria y las producciones pecuarias intensivas generan subproductos y residuos orgánicos, que se están utilizando como enmienda orgánica o fuente de nutrientes.

Sin embargo, el manejo de estos aportes orgánicos requiere de mayores estudios para reducir emisiones de GEI desde el suelo e incrementar el almacenaje de C y de otros elementos valiosos para la calidad del suelo, sin generar consecuencias adversas en los ecosistemas.

Estos aspectos están siendo abordados por el proyecto específico del INTA “Aprovechamiento de residuos para aumentar el reciclado en el suelo. Sumideros de carbono y emisiones del suelo” (INTA, 2015).

Posibles efectos del cambio climático en los suelos

De acuerdo a la 3ra Comunicación Nacional de Cambio Climático (CIMA, 2015), las principales variables afectadas por cambio climático con impacto potencial sobre los suelos son: i) el incremento de la temperatura media explicado principalmente por mayores temperaturas nocturnas; ii) cambios en el régimen de precipitaciones en cuanto a distribución y cantidad; iii) el incremento en la ocurrencia de eventos climáticos extremos como sequías prolongadas, olas de calor o frío e inundaciones y iv) el aumento del CO2 atmosférico. La Tabla 1 resume algunos impactos de variables afectadas por el cambio climático sobre el almacenaje de C en los suelos con uso agrícola en Argentina, los que a su vez contribuyen al ciclo de GEI.

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Estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático

Mitigación Las estrategias de mitigación de las emisiones de GEI desde el suelo coinciden con las tendientes a mejorar la calidad del suelo. El mantenimiento con cobertura vegetal viva del suelo durante un mayor periodo del año, sumado a la utilización de cultivos que aporten gran cantidad de raíces y exploren diferentes estratos de suelo, son estrategias recomendadas para cumplir con la doble premisa de mitigación del cambio climático y mejora de la calidad del suelo.

Asimismo, la siembra de cultivos dobles o cultivos de cobertura en los períodos de barbecho favorecerían la captura de CO2 atmosférico y de N residual del suelo, lo que a la vez de reducir emisiones mejora la calidad del suelo y la eficiencia del sistema (INTA, 2015). Los mecanismos de captura del C en el suelo, asociados a la protección física, suelen ser reversibles y de corto plazo debido a la rápida dinámica del proceso de agregación del suelo.

Entonces, es necesario explorar alternativas que favorezcan la estabilización del C capturado en el suelo. Entre ellas podrían mencionarse el uso de biochar, i.e. un carbón elaborado por pirolisis de residuos orgánicos y el uso de residuos compostados (INTA, 2015). Dentro de las alternativas que ayudarían a mitigar las emisiones de N20 desde suelos del sector agropecuario se pueden mencionar: i) el ajuste de la oferta de N con la demanda del cultivo a través de fertilizaciones divididas y el uso de fuentes de N de liberación lenta, ii) el uso de cultivos de cobertura para captar el N-NO3 en exceso de las fertilizaciones y transformarlo en N orgánico, iii) el aumento en la intensidad de cultivos para reducir la humedad del suelo, iv) el ajuste de las dietas de animales para reducir el aporte de N inorgánico, v) la utilización de inhibidores de la nitrificación en la orina, vi) la utilización de riego por goteo en las explotaciones intensivas. Adaptación Dentro de las posibles alternativas de adaptación a un incremento en la temperatura por el cambio climático (olas de calor, noches más calurosas) puede señalarse la utilización de cultivos o genotipos con mayor tolerancia al estrés térmico, así como el ajuste de la fecha de siembra y el ciclo de los cultivos para ubicar los periodos críticos de definición del rendimiento en momentos de menor riesgo. Por otra parte, para minimizar el impacto sobre el suelo de un cambio en el régimen pluviométrico (precipitaciones torrenciales, erráticas, episodios de sequías e inundaciones), se deberían aplicar prácticas que garanticen la mayor cobertura vegetal viva o muerta del suelo en tiempo y espacio. La utilización de siembra directa y cultivos de cobertura son prácticas recomendadas para el logro de dicha premisa. También es importante el manejo de los escurrimientos, los que deberían contemplar el nivel de cuenca y no de un lote en particular. Esto es crítico no sólo para reducir los procesos erosivos en el lote, sino también para minimizar la pérdida de cultivos por anegamientos y el impacto de los excesos hídricos sobre la infraestructura rural y urbana. Conclusiones Los suelos del sector agropecuario argentino contribuyen muy poco a las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la aplicación de estrategias de mitigación resulta en una mejora de la calidad de los suelos y en la eficiencia en el uso de algunos insumos. Esto posicionaría mejor a los productos agrícolas nacionales en los mercados globales al reducir su huella de carbono. En relación al rol del suelo como destino del carbono atmosférico se debe asumir que los mecanismos son fácilmente reversibles y que requieren de un manejo ajustado para no perder el carbono capturado. En este sentido cobra relevancia diseñar alternativas de captura de carbono que permitan lograr una mayor estabilidad en el tiempo. Los escenarios previstos indican la necesidad de aplicar medidas de adaptación a los eventos extremos que se producirán cada vez con mayor frecuencia. Estas medidas deberán diseñarse de acuerdo a las condiciones edafoclimáticas y el sistema productivo de cada región.